Las obras de arte responden a incontables experiencias particulares que inspiraron su creación. Se depositan en ellas, conciente e inconcientemente, percepciones y reflexiones a través de ideas que cobran vida.Hu Hu Hu es el resultado del escape y a la vez del encuentro de su autora consigo misma. Algunas veces, hace bien olvidar quienes somos para después descubrirnos como si fuera la primera vez.
Desde siempre escuchó música, su padre era clavecinista y su madre era amante de la música clásica, además desarrolló un método de pedagogía musical que practicaba con su hija y que la llevó a fundar una escuela de música, razón por la cual se mudaron de Jalapa al Distrito Federal, cuando Natalia tenía nueve años. Rodearse de música desde el principio no la motivó a componer sus propias canciones inmediatamente, antes se buscó a sí misma en el dibujo, en el baile, en las maquetas, en la actuación, en los títeres y las obras de teatro, por mencionar algunos ejemplos.
Una vez en el D.F., Natalia pasaba horas enteras en la nueva escuela de música de su mamá, jugaba haciendo canciones, programas de radio y unsin número de grabaciones infantiles logradas de un teclado Yamaha a un stereo de doble cassette, aplicando el método de su madre.Pareciera que Hu Hu Hu nada tiene que ver con que a los 10 años, Natalia desarrollara una pasión curiosa por los mariachis y la música ranchera, llegó a cantar en la ciudad y la experiencia la llevó a la labor de tomar el canto por primera vez con la seriedad que este merece.Natalia siempre presentó una tendencia natural a la expresión artística. En la mayoría de las personas estas actividades se dan en la infancia y con el tiempo se convierten en recuerdos de la niñez que al pasar de los años se cuentan con simpatía. Sin embargo, pocas personas se entregan por completo a sus deseos.A los 14 años audicionó para un grupo pop en el cual estuvo tres años de los cuales, uno fue para preparar el tour y los dos siguientes para recorrer la república. Finalmente se dio cuenta de que no era eso lo que quería hacer y decidió estudiar música formalmente. Mientras tanto, vivía ahora en la Condesa en una casa donde había una guitarra abandonada con tres cuerdas, cuando volvía de la escuela, si es que la gira se lo permitía, tocaba lo que podía, cómo podía, hacía canciones practicando los ejercicios que su novio le enseñaba. Poco después su mamá la llevó a una tienda departamental por su primera Yamaha. Sin pasar por el proceso regular de todo adolescente por la preparatoria, entró a Fermatta. Entró para guitarrista después cambió a pianista, pero a falta de piano, cambió finalmente a canto. Aunque realmente, ya hace mucho que cantaba, ahora en bares y bodas, canciones populares de los 90.
Todo cambió después de haber entrado a Fermatta, ahí conoció a personas que le bombardearon de música nueva para sus oídos. Conoció a través de ellos a Björk, Jamiroquai, Fiona Apple, Tori Amos, The Cardigans, Ella Fitzgerald, Radiohead y a PJ Harvey, entre muchos otros, que de un momento a otro la descolocaron, centenares de nuevas canciones, estilos, formas, expresiones y letras que constituían un revoltijo de nuevos sonidos que la maravillaron, y que a partir de aquel entonces, se convertirían en nuevas influencias que infectarían irremebiablemente su labor artística.
En aquel periodo, viajó becada a Berklee en Boston, a un programa de cinco semanas de entrenamiento musical, como no hablaba inglés, se refugiaba de las clases en los salones con pianos y los aprovechó para componer. Logró unas 25 canciones que al volver grabó con la ayuda de un amigo.
Formó una banda con Juan Manuel Torreblanca, uno de los responsables de sus nuevas adquisiciones musicales, de nombre Índigo, un asunto de jazz progresivo gracias a la cual decidió ser solista. Luego de tres años, se le presentó la oportunidad de ser parte de una banda de pop rock firmada por Sony, una vez más, podría si hubiera querido, ser parte de una banda plástica con la cual no se identificaba, así que en último minuto rechazó la oferta. Pero el acercamiento a la disquera le abrió las posibilidades de que ella les mostrara lo que en realidad quería hacer, le dieron tres semanas y logró llevarles demos que le consiguieron un contrato. Partió en poco tiempo a Italia para grabar con Loris Ceroni, un conocido productor del pop mexicano. Cuando terminaron el disco, no completamente convencidos con el resultado, regrabó entonces algunos de aquellos temas con Aureo Baqueiro y editaron el disco Natalia Lafourcade en el 2002. “Busco un Problema” fue el primer sencillo, entre giras, patrocinios y fama en compañía de La Forquetina: Alonso, Chanona, Yunuen y Poncho, también estudiantes de Fermatta, le pareció que ser solista era muy demandante y que el siguiente paso natural sería formar una banda con ellos, de esta manera la presión, la creatividad, las
responsabilidades y el éxito se compartirían. Juntos grabaron Casa, también con Sony, editado en el 2005. Después de este segundo disco en la vida de Natalia, pronto se dieron cuenta de que cada uno de los integrantes tenía planes musicales que sería mejor llevar acabo separados. Fueron perdiendo aquellas metas en común y desde luego, cada uno fue inclinándose por las pasiones propias.
Para este momento de la historia, Natalia hacía cinco años que no descansaba, hizo tributos, música para películas, sus propias canciones y un sin número de actividades, estaba agotada. Necesitaba hacer un alto en el camino para descansar, dejar atrás por un momento la vida que llevaba en México, explorarse a sí misma en un contexto nuevo en el que no tuviese que ser nadie, precisaba libertad.
En el 2006 huyó satisfecha a Ottawa, Canadá, por nueve meses, donde esperaba que la música no fuera lo más importante. Para encontrarse como una desconocida sin pasado ni futuro, para aprender inglés, dibujar, pasear y andar sin estructuras determinadas. Afortunadamente, las cosas no sucedieron como lo había previsto. Se hospedaba en una casa repleta de músicos entregados al folk, al blues, a la música francesa y de fusión, a la que ella no estuvo acostumbrada jamás hasta ahora. No sólo recibía música distinta y atractiva constantemente, sino que su entorno cambió por completo: de idioma, de panoramas y de expresiones; el primer resultado de esta nueva etapa fue el disco instrumental Las Cuatro Estaciones, inspirado en los cambios de ciclos, en sus principios y en los finales, en el paralelismo de los procesos en la naturaleza con los mundanos. Inspirado en los ciclos del amor que tenemos los seres humanos, cómo sentimos en cada uno de estos momentos y en cómo sonaría un soundtrack de esto.Natalia comenzó a producir y así a revivir, reconstruyó su corazón, se recuperó a sí misma creando una obra en la que entendiera el ciclo del amor exteriorizando musicalmente lo que cada etapa le provocaba personalmente, omitiendo el recurso de las palabras. Terminó Las Cuatro Estaciones en tres semanas. Un martes por la noche, en un bar donde solía cantar en un escenario abierto, conoció a quien le ayudaría a formalizar las partituras, después de un mes, fue a Quebec para hacerlo y desde aquel momento su vida volvía a disciplinarse, cada día después de la escuela se sentaba al piano a trabajar, hasta dejar la escuela para terminar.En agosto del 2006 grabó Las Cuatro Estaciones con la Orquesta de Jalapa, ahí mismo, con Eduardo Bergallo, conocido por sus trabajos con Cerati y Juana Molina.El proceso de creación de este disco le permitió concebir simultáneamente trece canciones que finalmente conformarían Hu Hu Hu, de manera que ambos discos comparten inspiraciones, pensamientos, reflexiones y despertares y renaceres de la autora. La música nueva en su vida, las capacidades sonoras de una orquesta y sobre todo una nueva motivación.La disquera le pidió editar Hu Hu Hu antes que Las Cuatro Estaciones, así que grabó en Cuernavaca en una casa adecuada como estudio, en un desarrollo muy orgánico que arregló en el Distrito Federal, Mario Santos.Las letras, describen experiencias personales un tanto infantiles, como si se tratara del viaje de una niña pequeña, de las fantasías y los seres que la rodean.Hu Hu Hu es a lo que suena el segundo aire de Natalia Lafourcade, es la recuperación de las pérdidas personales y la satisfacción de sí misma de alguien que no deja de buscarse. De eso se trata el arte, de crear mundos con nuestra propia coherencia, de colocar horizontes y personajes, donde el sentido no radica más que un ligero suspiro… Hu Hu Hu